Señor, tú me llamaste
para ser instrumento de tu gracia,
para anunciar la buena nueva,
para sanar las almas.
Instrumento de paz y de justicia,
pregonero de todas tus palabras,
agua para calmar la sed hiriente,
mano que bendice y que ama.
Señor, tú me llamaste
para curar los corazones heridos,
para gritar, en medio de las plazas,
que el Amor está vivo,
para sacar del sueño a los que duermen
y liberar al cautivo.
Soy cera blanda entre tus dedos,
haz lo que quieras conmigo.
Señor, tú me llamaste
para salvar al mundo ya cansado,
para amar a los hombres
que tú, Padre, me diste como hermanos.
Señor, me quieres para abolir las guerras,
y aliviar la miseria y el pecado;
hacer temblar las piedras
y ahuyentar a los lobos del rebaño. Amén.
Hermoso poema de amor a Dios! Todos, sobretodo los sacerdotes deberían grabarse ésto en su mente y en su corazón
ResponderEliminarHermoso, pero esto no es para los sacerdotes solamente, es el llamado que todos recibimos desde el bautismo: Somos llamados y enviados a ser instrumentos del Señor, Todos somos llamados a la Santidad, y la clave está en PERMANECER en la GRACIA, he aquí la gran tarea diaria de no dejarla perder.
Eliminar¡Qué precioso y significativo himno!
ResponderEliminarAlguien sabe que cita es? Que me hagan favor de pasármela, gracias
ResponderEliminar